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EL DOBERMANN. PERRO DE TRABAJO Y UTILIDAD. (Publicado en El Mundo del Perro  -  Diciembre 2005)

 Sin extendernos demasiado acerca los orígenes de la relación simbiótica que existe entre el hombre y el perro desde hace unos 14.000 años, ésta básicamente se produce por la utilidad que la especie canina podía aportar a la raza humana en su devenir cotidiano. Aunque actualmente los valores sociales y las necesidades han cambiado, y tan respetable es disponer de un perro que únicamente sea capaz de ofrecer compañía a su propietario, como disponer de un ejemplar que le sea de utilidad, en el caso especial del Dobermann, la componente de utilidad  para la que fue creado como raza en sus orígenes hace ya más de un siglo, cobra especial importancia. Sin embargo este detalle, muchos - por no decir la mayoría - parecen haberlo olvidado.

El Dobermann es un perro de trabajo que debe disponer de la necesaria base genética que le permita ser, además de un compañero fiel y un miembro más de la familia que se integra perfectamente en ella, un aliado con ésta en su curso diario.  La conocida elegancia del dobermann, su porte majestuoso,  su espectacularidad o su clase, no sirven absolutamente de nada si no van acompañadas de un carácter que muestre las características necesarias que un perro de protección debe poseer. Me sorprende ver que muchos hablan del excepcional carácter de sus perros cuando en realidad lo que quieren decir es que son estables y no han mordido a nadie, cuestión ésta que debería ser obvia. La seguridad de un ejemplar es una componente muy importante en la configuración final del carácter del ejemplar y posiblemente la que más se ponga de manifiesto en sociedad, pero otros componentes como coraje, temple ó combatividad también lo son. Por ello creen estar hablando de carácter en términos absolutos y globales, pero en realidad deberían darse cuenta de que están hablando únicamente de una parte del mismo.

Ciertamente desde la implantación de las pruebas de selección por parte del Dobermann Club de España hace ya más de 25 años, el carácter de nuestra raza que fruto del oportunismo y de la moda se había degradado hasta extremos inadmisibles, se ha recuperado y estabilizado de forma que podríamos decir que, salvo excepciones, la mayoría de los dobermann que se crían en nuestro país son  perros muy sociables y perfectamente capaces de vivir en sociedad, como un elemento más de la misma. Un hecho que lo confirma es que el desarrollo reglamentario por parte del Estado de la Ley de Tenencia de Animales Potencialmente Peligrosos, en su absurda lista de 8 razas que considera potencialmente peligrosas no incluye al Dobermann. Las estadísticas, los informes presentados y los niveles de selección que el DCE aportó según se le requirió desde instancias ministeriales lo propiciaron. Sin embargo, y reiterándome en la idea de que el dobermann debe ser mucho más que un compañero para la familia, y gracias a la mayor exigencia en la disciplina de protección en las pruebas de selección (actualmente ZTP) así como la práctica de RCI (las denominadas Pruebas de Selección para Perros de Utilidad), cuyo objeto es la selección del carácter para su posterior utilización en la cría, han permitido que podamos analizar otros conceptos ya nombrados anteriormente como coraje, umbral de reacción, combatividad, seguridad bajo estímulo, temple, problemas de nervios, etc. en aras a la mejora de la raza.  

Desgraciadamente son pocos los criadores aquí en España que estudian el carácter a través del desarrollo y práctica de estas disciplinas. En realidad, son pocos los criadores de todas las razas de utilidad que utilizan las pruebas de trabajo como base de investigación de los ejemplares para su paulatina mejora (es más frecuente en la actualidad la componente de competición que la práctica del RCI conlleva que su utilización para el estudio del carácter para mejora de las razas). Desde el año 2000 acumuladas hasta la fecha de este artículo, en España hay contabilizadas 1.344 licencias para práctica de RCI* (lo que supone 1.344 perros de todas las razas de utilidad). De ellas únicamente 70 corresponden  a Dobermann, de los que 57 provienen de progenitores que han pasado la ZTP.  Para hacernos una idea, en Alemania (país de origen de la raza, pionero en la aplicación de políticas de fomento de trabajo y además con unas exigencias en la política de cría envidiables y como modelo a seguir, e incomparables respecto de lo que se requiere en nuestro país) sólo durante el año 2000,  se presentaron a pruebas de trabajo ¡¡ 1.925 dobermann !!.    En particular en nuestra raza, en el año 2.002 se presentaron a pruebas de trabajo 12 ejemplares, en 2.003  20 ejemplares, en 2.004 17 ejemplares y en 2.005 18 ejemplares, cifras bastante bajas que permiten deducir que son muy pocos los criadores españoles que pueden hablar con propiedad de lo que realmente es el carácter del Dobermann entendido de un modo global dado que se trabaja muy poco en RCI, teniendo en cuenta además que algunos que lo hacen lo es con ejemplares importados para competir, que pueden aportar detalles a la cría pero que en ningún caso se constituyen en la base de la misma. 

 Resulta muy significativo el hecho de que de los 130 perros que se han presentado desde 1.993 a la Prueba de Selección de Reproductores ZTP, únicamente 4 suspendieron en la parte de sociabilidad dando muestras de poca o nula estabilidad  y aptitud para su comportamiento en un entorno social (ejemplares tímidos ó agresivos), mientras que 23 suspendieron en la fase de protección (11 por no morder la manga en el sorpresivo, 8 por no soportar las cargas del ayudante durante el transporte y 4 por rehusar la manga en el ataque frontal) lo que muestra las deficiencias en este aspecto.

 Analizando el carácter del dobermann podemos hablar de componentes genéticos, y adquiridos aunque ambos aspectos se encuentran muy interrelacionados. Algunos como el coraje, el temple, la sensibilidad, la calidad de mordida o el nivel de estímulo son puramente genéticos, otros como la ductilidad o la seguridad son ambientales. Sin embargo dependiendo de la componente del carácter de que se trate puede ocurrir que el ambiente condicione la manifestación natural de la carga genética y viceversa. Por ejemplo ejemplares con un estímulo alto pueden superar gran cantidad de situaciones y parecer seguros por ello, aunque realmente no lo son. También es frecuente encontrar ejemplares con problemas de nervios que muchos confunden con aptitud para el trabajo en la disciplina de protección y sin embargo lo único que denotan es un umbral de reacción excesivamente bajo. También encontramos ejemplares con un estímulo medio, de gran seguridad y cuya ductilidad es escasa, y que además suelen presentar problemas en la calidad de la mordida, que aunque se muestra tranquila no es contundente.  Sea cual sea el tipo de Dobermann con que nos encontramos, todos tienen un denominador común: el aprendizaje más que lineal es exponencial. La mayoría de los perros de otras razas necesitan de varias repeticiones para fijar una asociación causa – efecto ó estímulo – respuesta. Muchos de los dobermann que yo he conocido no han necesitado más que una repetición de un determinado ejercicio para fijar la conducta asociada.  

Esta elevada velocidad de aprendizaje obliga a que la primera vez que se muestra a un dobermann un ejercicio se realice técnicamente perfecto por parte del adiestrador o del conductor porque de otro modo, si se hace mal resulta difícil de corregir posteriormente. Sin embargo la velocidad de aprendizaje se encuentra directamente relacionada con algunos de estos componentes, y de ellos fundamentalmente con la ductilidad.  Particularmente en la disciplina de protección, posiblemente la más controvertida, dependiendo de las líneas de las que proceden, encontramos ejemplares con claras deficiencias en su carácter, inseguros y que no debieran utilizarse para la cría, y otros con la carga instintiva necesaria para poder satisfacer adecuadamente las exigencias de esta disciplina. Dentro de éstos encontramos ejemplares de dos tipos. De un lado ejemplares con nervios bien templados, mordida contundente, tranquila y  a boca llena, buena combatividad, buen nivel de agresión y de coraje aunque mejorable, buena seguridad, buen temple y elevada ductilidad, ideales para un adiestramiento cognitivo. De otro lado ejemplares de estímulo muy alto, con mucho coraje, combatividad y temple, con buena seguridad pero escasos de ductilidad y con problemas de nervios, ideales para un adiestramiento con presión.  

A partir de aquí, la reflexión personal de criadores y propietarios debería hacer el resto y concluir en la idea de que el dobermann es un perro de trabajo y utilidad, y como tal habría que equilibrar la importancia que se da a la morfología y al carácter, fijándose la meta de conseguir un perro lo más completo posible, bien sea criándolo o bien sea adquiriéndolo.   En cualquier caso la evolución y la mejora del carácter se está produciendo y es patente gracias a esos pocos aficionados cuyo enorme sacrificio se ve recompensado con el placer que proporciona ver trabajar a su raza preferida y a los cuales desde aquí y como amante de la raza quiero mostrar mi agradecimiento.  

Luis Massó Antón  -Rhayader Dobermann-Secretario del DCE-Delegado de Trabajo del DCE-Instructor de la RSCE