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UNA “VISION” DEL TEMA    (Publicado en El Mundo del Perro  - Especial Dobermann – Abril 2001)

Hace ya cuatro años que se publicó el último especial sobre el Dobermann en la revista EL MUNDO DEL PERRO, y tomando una visión retrospectiva de entonces vemos que, desgraciadamente, debido a los incidentes que todos conocemos, se ha producido un cambio significativo que ha llevado a todas las razas caninas en general al desprecio injustificado de una sociedad que, como dice el refrán, únicamente ve la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio.

Para mayor abundamiento en el tema, en una sociedad plagada de maltratos, paro, pobreza, inmigración, atentados, accidentes de tráfico, guerras, hambruna, etc., lo que más nos molesta a los amantes de los canes es comprobar que la única realidad que existe detrás de esta dilapidación de la especie canina en general es la de quien alguna vez en su vida ha pisado en la calle una mierda de perro.

La respuesta del Dobermann Club de España al respecto de todas estas afirmaciones siempre ha sido de meditada calma y actuación pausada; postura que nos ha permitido personarnos en cuantas instancias hayan sido necesarias para preservar el buen nombre de nuestra raza, a la vez de elaborar un informe científico-legal de peso que nos permite acallar a quien en un momento determinado eleve la voz por encima de sus posibilidades.

Por otra parte, desde la directiva del club nos alegramos por la suerte que tenemos de contar con una masa de asociados de elevado sentido de la responsabilidad y, ante todo, amantes de la raza. Particularmente el hecho de que el Dobermann en la actualidad no sea un perro que «está de moda» nos ayuda a mantener esa tranquilidad y estabilidad necesarias para la consecución de un tipo de perro, que, como marca el estándar, es un perro de familia, siempre capaz de protegerla.

Ya hemos comentado en alguna ocasión que el club realiza una exhaustiva selección desde hace 18 años particularmente materializada en las confirmaciones de ejemplares, que con mayor o menor exigencias, con uno u otro nombre, se han ido llevando a cabo desde entonces con el fin de obtener los individuos que desde hace años venimos observando y que constituyen un modelo canino a nuestro entender. Esto demuestra que, según cálculos científicos, el período desde que se viene realizando dicha selección se corresponde estadísticamente con unas doce generaciones, lo que dice mucho a favor de la labor del club y de su influencia en la obtención de los ejemplares de los que pode­mos enorgullecernos en la actualidad.

Por otra parte, se demuestra que existe una premeditada y programada política de cría, y que en absoluto se trata de una respuesta a la situación actual que únicamente conduzca al cumplimiento de las obligaciones legislativas existentes en la materia.

Desgraciadamente (aunque parece ser que por poco tiempo), en España los únicos requisitos para obtener inscripciones en el libro de Orígenes Español para los cachorros nacidos en una camada son que los padres estén identificados (cualquier perro puede ser identificado por un veterinario aunque carezca de pedigrí) y estén inscritos en el Libro de Orígenes Español o alguno reconocido por la FCI. Estos requisitos poco dicen en favor de los requerimientos selectivos que conduzcan a la mejora de cualquier raza. Únicamente corresponde a la responsabilidad y criterio del criador que actúe de este modo obtener ejemplares de calidad. Es una cuestión particular de amor a la raza e interés por mejorarla.

Pero también existe quien únicamente se aprovecha de la imagen que desde hace años presenta el Dobermann e intenta utilizarla en su propio interés, en general de tipo económico, trayéndole sin cuidado aspectos como su consabida ductilidad, su especial necesidad de afectividad u otros específicos de la raza.

El Dobermann Club de España pretende eliminar mediante la selección de reproductores algunos problemas de carácter en determinados ejemplares, que se materializan en afloración de nervios ante situaciones desconocidas y que, desde luego, con falta de exigencias selectivas jamás se puede conseguir.

Desgraciadamente, aunque hasta el momento no ha ocurrido, son precisamente estos ejemplares los que pueden generar algún episodio desagradable aislado, que aunque ajenos al club pueden dar al traste con el prestigio que durante tantos años y gracias a la labor de todos sus socios nos ha costado conseguir. En este caso, algunos no tienen más que cambiar de raza y continuar dando guerra en otro lado, y así sucesivamente.

Las perspectivas, aunque ciertamente se auguran complicadas para todos, deben conducirnos a un mayor entendimiento entre quienes perseguimos los mismos fines, que en definitiva no son otros que situar en lo más alto nuestro amado Dobermann.

 

LUIS MASSÓ ANTÓN (Secretario del Dobermann Club de España)